viernes, 21 de febrero de 2014
martes, 18 de febrero de 2014
MI VEJEZ
MI
VEJEZ
El sabor
de recuerdos lejanos
acarician
mis arrugas moldeadas
como la
brisa pasajera
que da la
bienvenida a un nuevo día.
El tacto
de lo palpado
se siente
cercano a la par que lejano
como si
entre mis manos tocase
lo que se
quedó anclado en el pasado.
El llanto
de un bebé
lágrimas
en busca de afecto
una
sensación semejante
a un
nacido desprotegido.
Un manto
de soledad
se
refleja en mis ojos ausentes
un alma
melancólica
añorando
una vida que se escabulle.
Nada
queda ya de lo que una vez fue
lo que
fue se fué sin más
se ocultó
en el tiempo
y el
tiempo me ha consumido.
Mis ojos
ven el recuerdo distorsionado
de
aquello que sucedió en antaño
lo nítido
se refugia en la niebla
y
desaparece con lentitud.
Nada
puede arreglar el destrozo
que dejó
huella en el camíno
donde mis
pisadas marcaron
una vida
que se perdió.
Nada
puede recuperar
lo
perdido como arena en la mar
lo
olvidado en el corazón
como luz
en la oscuridad.
Pregunto
a la luna
que
presume de juventud
la receta
de la belleza
que
mantenga mi sonrisa vivaz.
La noche
ofrece silencio
una paz
que apuñala el alma
cuando
cada segundo se va
un
segundo menos para escapar.
El sol
vislumbra su resplendor
asomando
la energía latente
y se
adentra en mi piel
dando la
bienvenida a un nuevo dia.
Mi mente
voluble se deteriora
no
distingue entre lo que fue y lo que es
no ve lo
que es y lo que será
todo se
une al verme ante el espejo.
No
reconozco el rostro ante a mi
quien fui
una vez no es quien soy
la vejez
que define quien soy hoy
puede no
ser quien seré mañana.
Cuando
perdí noción de mi
si nunca
perdí la razón de ser
donde
olvidé la memória
que
ayudaba a recordar mi nombre.
El dolor
oprime el alma
que
disimula bajo el pecho
la espada
que la vida clavó
para
poner fin a esta aventura.
La vida
es para ojos de quien ve
un libro
abierto sin final
escrito
por la mano consciente
de quien
sostiene la pluma.
La niebla
invade mi mente
las nubes
han descendido
y mi
cuerpo ha sido cubierto
por su
manto blanquecino.
Siento
las garras del destino
sujetando
el corazón desnutrido
el mismo
que sintió su latido
el que ha
olvidado por que late.
Que
sentido posee sostenerse
en pie
bajo un cielo entristecido
donde el
blanco se torna gris
y el gris
ennegrece mi rostro.
La
historia llega a su fin
veo la
guadaña sedienta
y el
brillo de una mirada escurridiza
en busca
de una alma perdida.
Siento el
deseo de partir
a un
nuevo hogar
uno donde
volver a ser
quien
olvidé en el ayer.
El peso
de la edad
carga en
mi espalda
como una
cascada
que me
entierra bajo sus aguas.
He
decidido al fin
dejar de
sufrir y alejarme
dejar
atras lo vivido
cerrar
los ojos y no volverlos a abrir.
jueves, 6 de febrero de 2014
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