martes, 18 de febrero de 2014

MI VEJEZ

MI VEJEZ


El sabor de recuerdos lejanos
acarician mis arrugas moldeadas
como la brisa pasajera
que da la bienvenida a un nuevo día.


El tacto de lo palpado
se siente cercano a la par que lejano
como si entre mis manos tocase
lo que se quedó anclado en el pasado.


El llanto de un bebé
lágrimas en busca de afecto
una sensación semejante
a un nacido desprotegido.


Un manto de soledad
se refleja en mis ojos ausentes
un alma melancólica
añorando una vida que se escabulle.


Nada queda ya de lo que una vez fue
lo que fue se fué sin más
se ocultó en el tiempo
y el tiempo me ha consumido.


Mis ojos ven el recuerdo distorsionado
de aquello que sucedió en antaño
lo nítido se refugia en la niebla
y desaparece con lentitud.


Nada puede arreglar el destrozo
que dejó huella en el camíno
donde mis pisadas marcaron
una vida que se perdió.




Nada puede recuperar
lo perdido como arena en la mar
lo olvidado en el corazón
como luz en la oscuridad.


Pregunto a la luna
que presume de juventud
la receta de la belleza
que mantenga mi sonrisa vivaz.


La noche ofrece silencio
una paz que apuñala el alma
cuando cada segundo se va
un segundo menos para escapar.


El sol vislumbra su resplendor
asomando la energía latente
y se adentra en mi piel
dando la bienvenida a un nuevo dia.


Mi mente voluble se deteriora
no distingue entre lo que fue y lo que es
no ve lo que es y lo que será
todo se une al verme ante el espejo.


No reconozco el rostro ante a mi
quien fui una vez no es quien soy
la vejez que define quien soy hoy
puede no ser quien seré mañana.


Cuando perdí noción de mi
si nunca perdí la razón de ser
donde olvidé la memória
que ayudaba a recordar mi nombre.








El dolor oprime el alma
que disimula bajo el pecho
la espada que la vida clavó
para poner fin a esta aventura.


La vida es para ojos de quien ve
un libro abierto sin final
escrito por la mano consciente
de quien sostiene la pluma.


La niebla invade mi mente
las nubes han descendido
y mi cuerpo ha sido cubierto
por su manto blanquecino.


Siento las garras del destino
sujetando el corazón desnutrido
el mismo que sintió su latido
el que ha olvidado por que late.


Que sentido posee sostenerse
en pie bajo un cielo entristecido
donde el blanco se torna gris
y el gris ennegrece mi rostro.


La historia llega a su fin
veo la guadaña sedienta
y el brillo de una mirada escurridiza
en busca de una alma perdida.


Siento el deseo de partir
a un nuevo hogar
uno donde volver a ser
quien olvidé en el ayer.


El peso de la edad
carga en mi espalda
como una cascada
que me entierra bajo sus aguas.


He decidido al fin
dejar de sufrir y alejarme
dejar atras lo vivido
cerrar los ojos y no volverlos a abrir.